¿Por qué me sale sangre de la nariz? Estas son algunas de las causas
La epistaxis, o lo que comúnmente conocemos como un sangrado nasal, es una condición médica bastante común que ocurre cuando se pierde sangre de los vasos sanguíneos que recubren el interior de la nariz. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina, 6 de cada 10 personas tendrá al menos un sangrado nasal en algún […]
La epistaxis, o lo que comúnmente conocemos como un sangrado nasal, es una condición médica bastante común que ocurre cuando se pierde sangre de los vasos sanguíneos que recubren el interior de la nariz.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina, 6 de cada 10 personas tendrá al menos un sangrado nasal en algún punto de su vida. Más allá de la escena escanadolosa, en la mayoría de los casos, el sangrado no es grave y se puede manejar fácilmente en casa. Sin embargo, en ciertos casos, puede requerir atención médica urgente.
La nariz está llena de diminutos vasos sanguíneos que tienen la función de calentar y humidificar el aire que respiramos. Estos vasos están muy cerca de la superficie interior de la nariz, lo que los hace susceptibles a romperse, especialmente cuando el aire es seco, lo que puede irritarlos y provocar que sangren.
Tipos de epistaxis
Existen dos tipos principales de epistaxis que los médicos identifican según la ubicación del sangrado:
- Epistaxis anterior: Este tipo de sangrado ocurre en la parte frontal de la nariz, en la pared inferior del tabique nasal. Los vasos sanguíneos en esta zona son muy frágiles y tienden a romperse fácilmente, provocando un sangrado moderado que generalmente se puede manejar con cuidados en casa.
- Epistaxis posterior: Este tipo de sangrado ocurre más profundamente dentro de la nariz, cerca de la garganta. Se origina en vasos sanguíneos más grandes, y debido a que el sangrado puede ser más abundante y fluir hacia la parte posterior de la garganta, generalmente requiere atención médica inmediata.
Causas comunes de los sangrados nasales
Las causas más frecuentes de la epistaxis incluyen:
- Aire seco: El ambiente seco, común en climas calurosos o durante el invierno debido a la calefacción, puede secar y agrietar la delicada membrana nasal.
- Lesiones nasales: Golpes o lesiones en la nariz pueden provocar sangrados.
- Infecciones respiratorias: Resfriados, sinusitis o alergias pueden irritar las vías nasales y aumentar la probabilidad de sangrado.
- Uso excesivo de medicamentos nasales: El uso frecuente de aerosoles nasales para descongestionar puede resecar las membranas nasales y desencadenar sangrados.
- Condiciones médicas: Algunos trastornos como la hipertensión, la hemofilia o el uso de medicamentos anticoagulantes, como la aspirina, pueden provocar el sangrado nasal.
Prevención y cuidados en casa
Existen varias maneras de prevenir los sangrados nasales, como el uso de sprays salinos para mantener las vías nasales hidratadas, el uso de un humidificador en el hogar y evitar el uso excesivo de descongestionantes nasales. También es recomendable evitar hurgarse la nariz o sonarse con demasiada fuerza.
Si te empieza a sangrar la nariz puedes seguir estos pasos:
- Mantener la calma y respirar por la boca.
- Sentarte con la cabeza ligeramente hacia adelante.
- Usa tu dedo gordo e índice para presionar las partes suaves de tu nariz (debajo de las fosas nasales).
- Espera hasta que se detenga el sangrado. Puedes usar un pañuelo o toallita húmeda para limpiar la sangre.
¿Cuándo deberías de ir con un doctor?
Es necesario acudir con un profesional de salud para una evaluación médica cuando:
- Llevas más de 20 minutos con sangrado.
- Has perdido más de una taza de sangre.
- Estás tomando medicamentos para diluir la sangre (como aspirina) o tienes un desorden de coagulación y no paras de sangrar.
- Estás tragando sangre y no dejas de vomitar.
- El sangrado nasal después de un golpe fuerte en la cabeza o una lesión grave (caída, accidente automovilístico, golpe con un balón).
Si bien los sangrados nasales generalmente no son motivo de preocupación, es importante estar alerta a cualquier cambio en los patrones de sangrado y consultar con un médico si los episodios se vuelven frecuentes o graves.
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