Crisis histórica en el Museo del Louvre
Antigua fortaleza y residencia real, «morada espiritual» de Francia, institución emblemática, el Museo del Louvre , el más visitado del mundo, tiene goteras, la visita de muchas de sus obras es «problemática», entrar es un «laberinto» y su futuro está «amenazado» por la «falta de renovación de una anticualla»... Esas son las conclusiones de Laurence des Cars , directora de la institución, expuestas con una franqueza brutal en una carta confidencial dirigida a Rachida Dati , ministra de Cultura, y filtrada interesadamente a varios medios parisinos. En su día, al poco de su nombramiento, el mes de septiembre del 2021, madame Des Cars se deshizo en elogios sobre el Louvre , considerado como «el primer museo del mundo». Tres años de trabajo, coincidiendo con la expansión nacional e internacional del Louvre, han provocado una suerte de crisis de nervios que no sorprenderá a los visitantes y paseantes que frecuentan los alrededores. Desde hace años, los ingresos proporcionados por 8 o 9 millones de visitantes , turistas multiculturales en su inmensa mayoría, son insuficientes para atender las necesidades básicas del museo, que se ha beneficiado con frecuencia de ayudas de varios centenares de miles de euros. Para entrar en el Louvre por su puerta principal -tras atravesar la legendaria pirámide de vidrio y acero-, es necesario esperar, con frecuencia, una hora larga. La directora del museo, por su parte, añade un ligero inconveniente: la pirámide se ha transformado en un «horno anti ecológico» . Detalle muy molesto en tiempos de canícula, por venir. Salvado ese primer obstáculo, quienes deseen contemplar la Gioconda, durante menos de un minuto, tendrán que hacer otra cola que puede durar entre quince y treinta minutos. No todas las grandes obras a descubrir requieren tanta paciencia. Pero hacer una pausa plantea otro tipo de problemas. madame Des Cars subraya a su ministra que los lavabos del Louvre se encuentran en un estado deplorable . Y tomar un bocadillo o un aperitivo es complicado y exige instalarse con paciencia en otra cola turística, cuando las posibilidades de hacer una pausa para descansar son cada día más difíciles: los bancos son insuficientes y la contemplación de obras maestras, a lo largo de grandes galerías, reclama paciencia y resistencia física. Sensible a los obstáculos que debe soportar el sufrido turista, la directora del Louvre estima que la instalación se ha convertido en un « espacio inhospitalario », víctima de la falta de modernización de sus servicios y una oferta mal adaptada al crecimiento de una clientela cosmopolita. Laurence des Cars pide a su ministra de tutela una «intervención de urgencia», ante la «gravedad de la crisis en curso». La ministra, por su parte, ha transmitido las quejas al jefe del Estado, Emmanuel Macron , quien, por su parte, ha iniciado una suerte de concertación a distintos niveles, que choca con otra realidad trágica: las finanzas del Estado se encuentran en un estado tan deplorable que también es difícil, muy difícil, encontrar nuevos recursos económicos urgentes para afrontar un problema que se ha agravado, con el tiempo. Si el interior del Louvre es víctima de una crisis sin precedentes, sus alrededores más inmediatos ofrecen al turista y al 'flâneur' (paseante solitario) un espectáculo de otra naturaleza. Las pequeñas bandas de vendedores de chucherías y recuerdos, africanos, en su mayoría, dan a los venerables muros del Louvre, que asistieron al derrumbamiento del Antiguo Régimen, un nuevo rostro muy colorido y multicultural que puede rozar la indigencia.
¿Cuál es tu Reacción?