Breve historia de las vacunas
Sin las vacunas, no se hubiese erradicado la viruela o no se hubiese logrado sobrevivir a enfermedades antes mortales. El descubrimiento de las vacunas cambió por completo la salud colectiva. La entrada Breve historia de las vacunas se publicó primero en Ethic.
Cuando era niña, Lady Mary Wortley Montagu cayó enferma de viruela. Ella sobrevivió, a diferencia de su hermano. Muchos años después, Wortley Montagu se casó con el que fue embajador británico en Estambul entre 1716 y 1720. Durante el período que vivieron en la capital otomana, observó y, sobre todo, aprendió de cómo se vivía en una sociedad diferente a la suya. Una que tenía una relación muy distinta con la viruela a la propia.
En el Imperio Otomano, existían unas mujeres expertas que se encargaban de inocular a niños y niñas el pus de las costras de la viruela. Con ello, conseguían que desarrollaran una versión más débil de la enfermedad y quedasen protegidos frente al contagio. Wortley Montagu inoculó a su hijo y, ya de vuelta en Londres, cuando una epidemia de viruela sacudió la ciudad, pidió al médico que había formado parte de la embajada que hiciese lo mismo con su hija, Mary.
El médico lo hizo ante testigos, ya que, como escribe en The Conversation Tom Solomon, profesor de la Universidad de Liverpool, no quería arriesgar su reputación con un método tan arriesgado. Mary quedó protegida frente a la enfermedad. Era la primera persona que había vivido un proceso de variolización en suelo británico y la experiencia fue el primer paso para convencer a Europa del potencial de este tipo de mecanismos de prevención. Lady Mary Wortley Montagu creía que lo que había visto en Estambul era beneficioso y que los británicos debían aprender de ello. A la variolización de la pequeña Mary siguió en verano un experimento en la prisión de Newgate, que demostró con éxito que prevenía frente a la infección. La realeza y la nobleza europeas primero y luego las clases más acomodadas empezaron a inocular a sus hijos.
Uno de esos niños inoculados fue Edward Jenner, el médico inglés que en 1796 desarrolló la que se considera la primera vacuna de la historia. Jenner descubrió que las lecheras no solían desarrollar viruela, porque antes se habían enfrentado a la viruela bovina. Si se exponía entonces a la población a la viruela bovina, se protegerían frente a la viruela (una enfermedad con una incidencia brutal en Europa y que, si no causaba la muerte, dejaba secuelas de por vida). Jenner probó su vacuna en James Phipps, un niño de 8 años sano y que nunca había pasado la enfermedad. Phipps quedó protegido gracias a la vacuna, que se convirtió en uno de los descubrimientos clave de la historia de la medicina.
Edward Jenner desarrolló en 1796 la que se considera la primera vacuna de la historia
Por supuesto, Jenner tuvo que enfrentarse a la incredulidad de parte de la sociedad y a la desinformación sobre lo que suponía su hallazgo (una constante en la historia de las vacunas), pero su descubrimiento cambió el rumbo de la historia.
En 1979, casi 200 años después del descubrimiento de Jenner, la Organización Mundial de la Salud confirmó que la enfermedad había sido erradicada, y en 1980 declaró que «el mundo y todos sus habitantes se han liberado de la viruela». Gracias a las vacunaciones, la enfermedad fue progresivamente desapareciendo del planeta. A finales de los 60, había sido erradicada por completo del norte global y solo permanecía en algunas zonas de Sudamérica, África y Asia. La OMS diseñó entonces un intenso programa de vacunación y prevención que logró, como recuerdan en el documental The Shot, que la enfermedad desapareciese.
Es la única enfermedad oficialmente erradicada, aunque las vacunas han logrado derrotar muchas otras enfermedades. De hecho, en cierto modo las vacunas han acabado siendo víctimas de su éxito: es lo que ocurre con el sarampión, una enfermedad que gracias a la vacunación había desaparecido de las consultas pediátricas y que ha vuelto a medida que se ha ido relajando la vacunación preventiva en la infancia.
Desde que Jenner desarrolló la primera vacuna (llamada así por su origen vacuno), la investigación médica ha intentado encontrar otras para otras enfermedades importantes. En 1896 apareció la primera vacuna que usaba una versión inactiva de una enfermedad (y que protegía frente a la fiebre tifoidea y el cólera), en 1932 la primera con adyuvantes que refuerzan la respuesta del sistema inmune, en 1946 la primera ante la gripe o en 1952 la primera ante la poliomielitis, entre otros hitos de la historia de las vacunas.
El caso de la vacuna de la polio es otro ejemplo clave de cómo consiguen neutralizar enfermedades fatales que, hasta no hace tanto tiempo, tenían efectos nefastos en la sociedad. España es un país declarado «libre de polio» desde 2002. El objetivo global es el de que la poliomielitis pase a ser, como la viruela, una enfermedad erradicada en 2027, algo que parece complicado viendo la situación actual. Según cálculos de Unicef, la inmunización sistemática ha bajado en los últimos cinco años y ronda ahora el 70%. Para que exista inmunidad comunitaria, se necesita un 95%. Los conflictos, las crisis humanitarias y las catástrofes naturales están lastrando la inmunización en los países más frágiles, explica el organismo.
Hasta que apareció la vacuna, la enfermedad era una de las que más temían los padres y madres, tanto por su potencial mortalidad como por las secuelas que dejaba de por vida entre quienes conseguían sobrevivir. Algunos niños y niñas debían pasar el resto de su vida en un pulmón de acero. De entrada, este mecanismo hacía que sus pulmones paralizados siguiesen funcionando mientras no se recuperaban. Para algunos niños, sin embargo, la polio había dañado tanto su aparato respiratorio que no podían sobrevivir sin el pulmón de acero. La vacuna logró prevenir el contagio, aunque para que se mantenga su blindaje hay que seguir vacunando a la infancia.
Y en este último aspecto es donde se está produciendo otro de los capítulos clave de la historia de las vacunas. En los países del norte global las tasas de inmunización están bajando: no se trata de que las vacunas no sean accesibles, sino de que parte de la población se niega a vacunarse o a hacerlo con sus hijos e hijas. El estudio de Andrew Wakefield que vinculó la vacuna triple vírica con el autismo ha tenido un efecto nefasto en la percepción de las vacunas, a pesar de que se ha demostrado en múltiples estudios que es una conclusión errónea y de que una investigación periodística evidenció tanto los intereses económicos de Wakefield para llegar a esas conclusiones como los fallos de su estudio.
En los países del norte global las tasas de inmunización están bajando
Con todo, las vacunas han sido fundamentales para entender los avances en salud y bienestar en los siglos XIX y XX. También lo están siendo en el XXI. Las vacunas fueron la pieza clave para salir de la crisis del coronavirus y rebajar la gravedad de la pandemia. Las vacunas contra el covid-19 mostraron igualmente a la población el potencial del ARN mensajero (ARNm), que permite desarrollar vacunas de alta efectividad y rápido.
En el futuro, podrían ayudar a prevenir toda clase de enfermedades. «En un futuro no muy lejano las vacunas tratarán y curarán enfermedades no infecciosas. Estamos ante un cambio de paradigma: serán vacunas terapéuticas, que curen, no solo que prevengan enfermedades», aseguraba en un reciente simposio el director del Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas de Málaga, Fernando Fariñas. Así, podrían ayudar contra las enfermedades autoinmunes o las neurológicas, como podría ser al Alzheimer.
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