Por qué la idea de Sánchez de acabar con el anonimato en redes sociales no tiene sentido
No es la primera vez que alguien realiza una propuesta de este tipo. Es una idea que ha regresado, esta vez, resucitada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Foro Económico de Davos este 22 de enero. En su discurso, Sánchez plantó cara de manera directa a los líderes tecnológicos estadounidenses, a los […] The post Por qué la idea de Sánchez de acabar con el anonimato en redes sociales no tiene sentido appeared first on ADSLZone.
No es la primera vez que alguien realiza una propuesta de este tipo. Es una idea que ha regresado, esta vez, resucitada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Foro Económico de Davos este 22 de enero. En su discurso, Sánchez plantó cara de manera directa a los líderes tecnológicos estadounidenses, a los que definió como «tecnooligarcas«, en lo que parece una referencia a la idea de tecnofeudalismo defendida por algunos pensadores.
En su defensa de la regulación europea frente a las big tech norteamericanas, el presidente defendió en el evento internacional renunciar al anonimato en redes sociales, forzando de alguna forma a asociar «un perfil con una identidad real», usando para ello una tecnología de identificación digital europea. «Los ciudadanos tienen derecho a la privacidad, pero no al anonimato o la impunidad», ha lanzado el líder el PSOE, en contexto de la tensión en redes sociales por la difusión de bulos y desinformación.
La idea de forzar algún tipo de identificación para poder entrar en redes puede ser muy atractiva por varias razones. En primer lugar, está el problema de los bots y las cuentas automatizadas, que empeoran la experiencia online para todos nosotros, difundiendo spam, contenido de mala calidad o estafas. Los bots también pueden servir para fingir una relevancia falsa de personas o discursos, haciendo creer que un perfil tiene más seguidores de los que realmente tiene, o que un discurso político tiene más adeptos y legitimidad social de lo que se cree.
Por otro lado, es raro el usuario que no haya experimentado alguna vez lo que es recibir insultos o amenazas en redes, comúnmente lanzadas desde cuentas anónimas. Asimismo, también podemos hablar de las facilidades que entraña el anonimato para otro tipo de delincuentes, que pueden acceder a contenidos de otros usuarios con fines maliciosos.
Por todos estos motivos, la idea de exigir una identificación en Internet es llamativa. Pero más allá de ello, si uno tiene en cuenta lo que realmente implica el uso de Internet y la utilidad que esta invención histórica ha tenido para la humanidad, no tarda en darse cuenta de que algo así no es solo absurdo, sino también muy peligroso.
Libertad de expresión, inherente a Internet
Aunque el mal uso del anonimato que hacen muchos usuarios produce molestias y problemas para el resto de personas, la posibilidad de participar en redes sociales, foros y plataformas en Internet bajo un pseudónimo o sin revelar la identidad es algo imprescindible y una de las razones del éxito de Internet hasta el día de hoy.
Existen innumerables razones por las que una persona puede necesitar o querer comunicarse públicamente en Internet sin revelar su identidad. No necesitamos irnos al caso concreto de activistas políticos o periodistas amenazados, algo más común en países dictatoriales. A cualquier persona de a pie le interesa poder expresarse sin que sus mensajes puedan ser relacionados con él. Esto es evidente a la hora de buscar trabajo o de conciliar la vida personal con la profesional.
Muchas personas han podido quejarse sobre malas condiciones de trabajo, prácticas abusivas, o sencillamente desahogarse, gracias a difundir información sin revelar su identidad. De mostrar su identidad real, corren el riesgo de ser castigados con un despido fulminante, así como de entrar en la lista negra de otras organizaciones o empresas. El anonimato permite a alguien conectar con personas con gustos afines, ya sean hobbies o movimientos políticos, o bien con personas que puedan estar pasando por una experiencia vital similar.
En virtud de nuestra privacidad, podemos optar por usar un nombre alternativo y ocultar nuestra cara para poder comunicarnos sin que personas de nuestro entorno, ya sean familia, amigos o vecinos, puedan juzgarnos, rechazarnos o cotillear.
Otras soluciones
Por todo ello, pedir el fin del anonimato en redes es una muy mala idea, y en cualquier caso, una quimera, ya que ponerle puertas al campo es completamente imposible. Incluso en un escenario distópico en el que medidas de este estilo se pusieran en práctica, se popularizarían redes alternativas o recursos en la deep web para poder seguir comunicándonos con cualquiera.
Frente a la vigilancia en la red, siempre será una mejor idea trabajar más en la comunicación eficaz de las administraciones públicas y educar sobre desinformación y riesgos, pero no mediante prohibiciones. Finalmente, Europa podría trabajar más en redes sociales alternativas y de código abierto, para mejorar su independencia frente a monopolios estadounidenses.
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