Los ejércitos más potentes del mundo
El gasto militar ha ido en aumento en un escenario de perpetuación y activación de guerras a nivel mundial. España se sitúa en el vigésimo lugar del ranking Global Firepower, que evalúa la fuerza de los ejércitos. La entrada Los ejércitos más potentes del mundo se publicó primero en Ethic.
Si algo caracterizó a 2024 en el tablero internacional fue la perpetuación de las guerras. Gaza o Ucrania son dos de los escenarios más conocidos, pero actualmente existen 56 guerras activas en las que están implicados 92 países. Algunos analistas coinciden que el mundo se sitúa en el nivel más alto de conflicto armado desde la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras, la violencia se extiende y los ejércitos están más activos que nunca.
El informe anual de Global Firepower (GFP), que incluye 145 potencias mundiales, evalúa la fuerza de los ejércitos en base a criterios como sus capacidades tecnológicas, militares desplazados, logística, despliegue o recursos económicos. En este ranking, Estados Unidos ocupa el primer puesto desde hace años, con un gasto militar de 800.000 millones de dólares anuales. Rusia, en segundo lugar, cuenta con fuerza terrestre inmensa y el mayor arsenal nuclear del mundo. Les siguen China, India y Corea del Sur y, posteriormente, se sitúan Reino Unido, Japón, Turquía, Pakistán e Italia.
El gasto militar estadounidense alcanza los 800.000 millones de dólares anuales
España, por su parte, ocupa el vigésimo lugar. El Gobierno ha aumentado el gasto militar un 64% en los últimos seis años y actualmente esta inversión representa el 1,24% del Producto Interior Bruto (PIB) –cifra que solo representa los gastos del Ministerio de Defensa, aunque otros ministerios también incluyen partidas que no están contabilizadas aquí–. Se estima que el porcentaje se eleve hasta el 2% antes de 2029 para cumplir con el compromiso adquirido en la cumbre de la OTAN de 2022 en Madrid. Eso, a priori, supondría reducir las partidas presupuestarias destinadas a otros ámbitos, como los sociales, sanitarios y educativos.
«Todas las naciones tienen fuerzas armadas y, en la medida que España se integra en organismos internacionales, ha de acompasar sus gastos de defensa a los de los restantes países. La actitud de quienes proponen que sean otros los que nos aporten el margen de seguridad necesario, olvidan que la historia demuestra que cuantos pueblos eligieron esta opción terminaron desapareciendo. La industria nacional de defensa nace por la necesidad de no depender de otros países en este sector estratégico, puesto que de algún modo esto supone tener que subordinar las decisiones de política exterior. La autonomía total solo les es posible a las grandes potencias, por lo que para el resto es inevitable cierto grado de dependencia. Por este motivo, todas las naciones con cierto desarrollo industrial tienden a tener cubiertas unas cotas mínimas», apunta Francisco Laguna, general de Infantería de Marina y asesor del Ministerio de Defensa, en un artículo de la revista de la fundación FUHEM.
El Gobierno de España ha aumentado el gasto militar un 64% en los últimos seis años
Sin embargo, en un contexto de recrudecimiento de los conflictos, reaparece la pregunta sobre si, en pleno siglo XXI, tiene sentido seguir haciendo una carrera armamentística. Distintos grupos antimilitaristas promueven cada año una campaña de objeción fiscal al gasto militar durante la campaña de la RENTA para que la ciudadanía pueda destinar ese dinero a proyectos de interés social. «Conviene aclarar el propósito de este elevado gasto, con su incalculable coste de oportunidad, pues lo que se invierte en defensa, armas y preparar o hacer la guerra es inversamente proporcional a lo que se deja de utilizar para sufragar políticas destinadas a satisfacer otras necesidades humanas y para construir la paz», indica el informe de Alternativas No Violentas.
Entonces, si todos los pueblos buscan la paz, ¿cuál es el sentido de seguir aumentando el gasto militar? El concepto de ejército encierra, en sí mismo, la preparación para la guerra. El fin último no es otro que la defensa ante amenazas externas o la dominación de un Estado sobre otro, por motivos económicos o intereses geoestratégicos. Además, los dilemas éticos se vuelven insoslayables, pues quienes mueren en las guerras son, fundamentalmente, civiles con poca o ninguna capacidad de decisión sobre las determinaciones de sus políticos.
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