La estatua de Benítez: drama en tres actos

Junto con aquel listado macabro, las postreras palabras del militar malagueño, momentos antes de ser rebasadas las últimas defensas por las harcas rifeñas de Abdelkrim: “Solo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros; pues moros y españoles estaremos envueltos en la... Leer más La entrada La estatua de Benítez: drama en tres actos aparece primero en Zenda.

Ene 18, 2025 - 00:31
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La estatua de Benítez: drama en tres actos

En el Parque de Málaga, orillada por vagabundos y envuelta en un manto de palmeras y olvido, resiste la estatua heroica del comandante Julio Benítez. Mártir de Igueriben. La Laureada de San Fernando reposa sobre el pedestal de fría piedra junto a los nombres de los oficiales caídos con Benítez bajo el sol africano, obviándose la identidad del resto de los casi cuatrocientos hombres que murieron junto a él.

Junto con aquel listado macabro, las postreras palabras del militar malagueño, momentos antes de ser rebasadas las últimas defensas por las harcas rifeñas de Abdelkrim: “Solo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros; pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición”.

21 de julio de 1921. Cuando Benítez pronunció la arenga definitiva a sus hombres, sabedor de lo que el destino deparaba, Alfonso XIII presidía la solemne entrada de los restos del Cid en la catedral de Burgos. Llevaban días asediados, sin agua ni suministros. El heliógrafo transmitía la tragedia en tiempo real: “Es horrenda la sed; se han bebido la tinta, la colonia…”.

"Y aquello será el trágico preludio de la matanza de Annual, donde caerán miles y miles de españoles en la derrota más deshonrosa"

El general Silvestre, incapaz de socorrerlos con un ejército entero a sus órdenes, les pide que resistan. “Lo exige el buen nombre de España”. “Los defensores de Igueriben mueren, pero no se rinden”. Morirán. Y aquello será el trágico preludio de la matanza de Annual, donde caerán miles y miles de españoles en la derrota más deshonrosa.

11 de febrero de 1926. Alfonso XIII inaugura la escultura acompañado por la reina Victoria Eugenia y por Miguel Primo de Rivera, el dictador que acabó con la guerra de África. Situada en un lugar principal de la ciudad, la plaza de la Marina, entones llamada de Augusto Suárez de Figueroa, el paso del tiempo la ha desplazado al exilio interior actual, envuelta en una cárcel vegetal que la sustrae de la mirada del viandante.

Durante la celebración de los actos se conoció la noticia de la llegada del Plus Ultra a América. El rey habló desde Málaga con Buenos Aires, donde aterrizaron los héroes tras cruzar el Atlántico sin escalas: Franco, Ruiz de Alda, Durán y Rada. Famosos a ambos lados del océano, el futuro los convertiría en víctimas de su tiempo.

Ramón Franco, golpista republicano primero, acabará del lado de su hermano y morirá camino de un bombardeo. Ruiz de Alda fundaría la Falange y sería asesinado en la cárcel Modelo durante los primeros compases de la contienda. Durán ya había muerto antes de la guerra, en una exhibición aérea. Rada, republicano, permanecerá en el exilio hasta 1969.

"Cuando las tropas llegan cerca de donde se encontraba entonces la estatua de Benítez, Rafael Ferreira, tranviario, se pone delante de los soldados y, levantando el puño, grita: ¡Viva la República!"

18 de julio de 1936. La compañía mandada por el capitán Huelin se dirige al Gobierno Civil de Málaga. Los movimientos dubitativos de los militares sublevados ponen en alerta a los leales a la República. Cuando las tropas llegan cerca de donde se encontraba entonces la estatua de Benítez, Rafael Ferreira, tranviario, se pone delante de los soldados y, levantando el puño, grita: “¡Viva la República!”. Un oficial se lanza sobre él, dándole un puñetazo y disparándole sin mucho acierto.

Comenzó el jaleo. Las fuerzas gubernamentales empiezan a disparar a los rebeldes, que se parapetan tras la estatua, que recibe las balas de la Guardia de Asalto. “Oí el tableteo de los fusiles ametralladores”, recordó Gerald Brenan, allí presente. El alzamiento fracasa en Málaga, Huelin es fusilado y sus restos, dicen algunas crónicas, paseados por las calles de la ciudad.

El edificio del Gobierno Civil alberga hoy como museo el cuadro de Antonio Muñoz Degrain “Los de Igueriben mueren pero nunca se rinden” (1924). Bajo el ardiente sol rifeño, la imagen del cuerpo martirizado de Benítez descansa sobre una bandera de España, idealizando lo que solo fueron unos despojos maltratados sobre la arena ardiente.

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